Más de trescientos chiautlenses, participaron como ’indios zacapoaxtlas’, en la 160 Representación de la Batalla de Puebla, donde niños, adultos, mujeres y personas de la tercera edad se dan cita en la explanada municipal para conmemorar la lucha histórica de los mexicanos contra franceses.
Germán Rodríguez Herrera de 59 años de edad, procedente de San Sebastián, Chiautla y con 50 años participando en esta representación, recibió una de las medallas que la alcaldesa de este municipio Maricela Melo Rojas, otorgó a los responsables de cada cañón que se hicieron detonar junto al río ubicado en el arco de entrada del municipio.
Acompañado por treinta zacapoaxtlas más, Rodríguez Herrera, narra con voz entrecortada que el “Teniente”, dio su último adiós a Guadalupe Marchena de 93 años de edad, uno de los iniciadores de esta tradición, y quien aún delicado de salud quiso despedirse de su cañón gritando “viva Mexico”.
Lamentablemente, el estruendo de “El Teniente”, se escuchó afuera de la casa de Don Guadalupe, quien motivaba siempre a familiares y vecinos a continuar con esta tradición de nuestros antepasados, mientras era velado.
Así, Rodríguez Herrera, menciona cabizbajo por la pérdida de su amigo que esta conmemoración significa recordar lo que nuestros antepasados lucharon e hicieron por nuestra patria.
Por su parte, Antonio Corona, originario de San Juan Chiautla, expresó que desde que tenía un año de edad, participa en esta tradición, por imitación de sus abuelos, tíos y su padre, además de que esta actividad es parte de los usos y costumbres del municipio.
Vestido con camisa negra, huaraches, calzón de manta y sombrero, paliacate rojo al cuello y con la cara pintada de negro, explicó que los indios zacapoaxtlas en ese tiempo, se dedicaban a la zafra (corte de la caña de azúcar), y que andaban sucios de la cara por el tizne.
De igual forma, mencionó que este festejo es una tradición y se realiza gracias al apoyo de las familias de los participantes, las delegaciones y el ayuntamiento quien en esta ocasión apoyó con pólvora, los permisos para la detonación y comida.
Por último, lamentó que hace unos años eran “ mil nacos”, cómo también se les llama a los zacapoaxtlas, y que ahora son tres cientos, por ello, exhortó a los jóvenes a participar para que esta tradición no se pierda, que desde la familia inculquen recordar la historia de nuestro México y urgió a los gobiernos de los diferentes niveles a gastar en usos y costumbres de los pueblos.
En esta representación, no pudo faltar la música de la chirimía, las detonaciones de escopetas, la de los más de cuarenta cañones, el baile, la repartición de comida como tacos de carnitas, arroz, mole, tlacoyos, barbacoa, agua de jamaica y pulque, así como el grito enardecido de “ viva Mexico, cabrones”.
