’ No tengáis pánico ’



Cuidado con que nadie os engañe

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’ No tengáis pánico ’
Religión
Noviembre 24, 2020 00:14 hrs.
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La Palabra de Dios

Miércoles 25 noviembre, 2020

Primera lectura
Apoc 15, 1-4
Yo, Juan, tuve una visión: Vi en el cielo otra gran señal maravillosa: Eran siete ángeles, portadores de las últimas siete plagas, con las cuales Dios pondrá fin a su cólera.

Vi también una especie de mar de cristal, mezclado con fuego; y los vencedores de la bestia, de su estatua y del número simbólico de su nombre, estaban de pie junto al mar de cristal, con las cítaras que Dios les había dado, y cantaban el cántico de Moisés, el siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo:

’Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios todopoderoso;
justo y verdadero tu proceder,
rey de las naciones.
¿Quién no te respetará, Señor?
¿Quién no te alabará?
Ya que sólo tú eres santo,
y todas las naciones
vendrán a adorarte,
porque tus justas sentencias han quedado patentes’.
Palabra del Señor
Te alabamos, Señor

Salmo Responsorial
Salmo 97, 1. 2-3ab. 7-8. 9
R. (Ap 15, 3b) Señor, tus obras son maravillosas.
Cantemos al Señor un canto nuevo,
pues ha hecho maravillas.
Su diestra y su santo brazo
le han dado la victoria.
R. Señor, tus obras son maravillosas.
El Señor ha dado a conocer su victoria,
y ha revelado a las naciones su justicia.
Una vez más ha demostrado Dios
su amor y su lealtad hacia Israel.
R. Señor, tus obras son maravillosas.
Alégrense el mar y el mundo submarino,
el orbe y todos los que en él habitan.
Que los ríos estallen en aplausos
y las montañas salten de alegría. R.
R. Señor, tus obras son maravillosas.
Regocíjese todo ante el Señor,
porque ya viene a gobernar el orbe.
Justicia y rectitud serán las normas
con las que rija a todas las naciones. R.
R. Señor, tus obras son maravillosas.

Aclamación antes del Evangelio
Apoc 2, 10
R. Aleluya, aleluya.
Sé fiel hasta la muerte
y te daré como premio la vida, dice el Señor.
R. Aleluya.

Evangelio
Lc 21, 12-19
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ’Los perseguirán y los apresarán, los llevarán a los tribunales y a la cárcel, y los harán comparecer ante reyes y gobernantes por causa mía. Con esto ustedes darán testimonio de mí.

Grábense bien que no tienen que preparar de antemano su defensa, porque yo les daré palabras sabias, a las que no podrá resistir ni contradecir ningún adversario de ustedes.

Los traicionarán hasta sus padres y hermanos, sus parientes y amigos. Matarán a algunos de ustedes, y todos los odiarán por causa mía. Sin embargo, ni un cabello de su cabeza perecerá. Si se mantienen firmes, conseguirán la vida’’.
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús

Reflexión del Evangelio de hoy

Arrima tu hoz afilada y vendimia los racimos de la viña de la tierra, porque las uvas están en su sazón
El Apocalipsis es un libro escrito para animar a las primeras generaciones cristianas, sometidas a grandes persecuciones desencadenadas por Roma (la Bestia), instigada por Satanás. Dentro de la simbología que recorre todo el libro, se nos habla del triunfo del Cordero. Las fuerzas del mal quieren impedir el avance del Reino de Dios. ¿Quién se opone a esa ’bestia’ que quiere usurpar el lugar de Dios? Solo el Hijo del Hombre. Él puede establecer su reinado en el mundo y derrotar a la ’bestia’ que representa a Roma.

Hoy se nos habla de dos siegas, expresión del triunfo del Hijo del Hombre. Ese triunfo se nos manifiesta en la simbólica siega del trigo y de las uvas. Dos siegas que llevan a cabo dos ángeles. En ellas se manifiesta el exterminio de las naciones paganas.

Anuncia así el triunfo del Cordero, Jesucristo. Él establecerá para siempre su Reino de justicia, ante tanta injusticia y odio levantados contra sus seguidores.

Son momentos muy duros para los creyentes. En medio de ese ambiente de hostilidad, se presenta la salvación traída por Jesucristo, vencedor del pecado y de la muerte.

Cuidado con que nadie os engañe
Jesús es consciente de la fragilidad de nuestra fe y cómo fácilmente podemos dejarnos arrastrar por señuelos que prometen una felicidad fácil. Son engaños para sustituir a Dios por cualquier ídolo de barro.

La sociedad suele presentar diversos señuelos prometiéndonos que tras ellos vamos a conseguir la plenitud que solo Dios puede dar. Jesús nos previene y aconseja no dejarnos arrastrar por promesas vacías. Es la experiencia que todos constatamos. Con frecuencia el simple bienestar material, el poder, el dinero, el placer pueden vaciarnos de todo y sentirnos llenos, pero solo de ese vacío. Esto puede durar un tiempo. El engaño tiene mucha fuerza. Exige poco. Solo que, alejándonos de la ’fuente’, podemos caer, sin darnos cuenta, en terreno baldío.

Es bueno cuestionarnos, ¿qué objetivos llenan mi vida? ¿En qué gasto mis fuerzas, en lo puramente material o hay en mí exigencia para seguir buscando a Dios?

No tengáis pánico
Ante la predicción de la destrucción del templo, los oyentes preguntan a Jesús sobre el cuándo tendrá lugar y qué señales precederán a esa caída. Como en otras ocasiones, Jesús no responde a esas preguntas. Sin embargo, ante toda esa descripción aconseja no tener pánico. El pánico es un miedo extremo que puede paralizarnos y confundirnos. Jesús invita a la confianza. Ante lo que pueda suceder es preciso mantener la calma y no dejarnos aplastar por el puro sentimiento. Nos invita a tener en cuenta sus palabras, repetidas con frecuencia en el evangelio: ’no tengáis miedo’. ¿Por qué no hemos de tener miedo? Dios es un Padre bueno que no nos va a dejar perdidos entre las desgracias. Jesús sabe que mantener la serenidad en esos momentos es costoso. De ahí la recomendación de no dejarnos llevar por ese sentimiento.

En la pandemia que hemos sufrido ha habido muchas personas que han acudido a Dios. Han acudido, no para que Él solucione los problemas, sino solicitando fuerza para saber vivir todo lo que se nos vino encima. Lo han hecho los sanitarios, enfermos y familiares que han vivido al límite.

Necesitamos siempre su fuerza, pero especialmente en los momentos en que todo parece perder sentido. Confiemos en Él. Nunca nos abandonará. En las pruebas se manifiesta la fuerza de nuestra fe. San Pedro en su primera carta lo expresa muy bien: ’Confiadle (a Dios) todas vuestras preocupaciones, puesto que Él se preocupa de vosotros’ (1P 5, 7).

Fray Salustiano Mateos Gómara
Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)


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