Opinión

Sobre las pesquerías en el pacífico alrededor de Mazatlán

Sobre las pesquerías en el pacífico alrededor de Mazatlán
Periodismo
Febrero 14, 2020 21:18 hrs.
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Rodolfo Villarreal Ríos › guerrerohabla.com

Antes de que, por el encabezado de esta colaboración, usted, lector amable, vaya a creer que ahora vamos a salir con que daremos opiniones que nadie nos pide, nos permitimos aclararle que no lo haremos pues nuestro tiempo para hacerlo, en el caso de este sector, es cosa del pasado. Desde 2003, por congruencia profesional, este escribidor evita hacer comentarios o abordar eventos relacionados con la actividad pesquera en México. Sin embargo, lo nuestro es la historia y ahí siempre encontramos pasajes que nos permiten compartirle la perspectiva de cómo han acaecido las cosas a través del tiempo. En esta ocasión abordaremos como, en el pasado, se desarrollaban las pesquerías en el Pacifico alrededor de Mazatlán.

En ese contexto, hace rato, en este espacio comentamos que quien poseyera la mente mas lucida entre LOS HOMBRES DE LA REFORMA, Juan Ignacio Paulino Ramírez Calzada, a quien todos identificamos como El Nigromante, creó las primeras cooperativas pesqueras en el estado de Baja California, inició el cultivo de camarón en granjas adyacentes al Golfo de California y fue el pionero de las granjas perlíferas de en el Mar de Cortes. Pero, en esta ocasión, no hablaremos de él, sino de tiempos más recientes, apenas un siglo y un par de años atrás. Mientras buscábamos información para armar nuestro libro próximo, nos topamos con una revista titulada ’Mexican Review,’ editada por George F. Weeks, creada en 1916 que desapareció en 1921. En su página frontal señalaba: ’Dedicada a ilustrar al pueblo estadounidense respecto a las esperanzas, ambiciones positivas, intenciones y los logros del gobierno Constitucionalista de la República Mexicana. Tras de revisarla, de pronto arribamos a los números de Julio-Agosto y Septiembre-Octubre de 1918. En los cuales aparecían sendos artículos relacionados con la actividad pesquera. El primero era ’Fishes of the West Coast’ (Peces de la Costa Occidental). En el segundo aparecía ’The shrimp industry.’ (La industria camaronera). Ambos escritos nos parecieron interesantes pues nos proporcionan una perspectiva acerca de la forma en como se efectuaban las actividades pesqueras y cuales eran las especies que abundaban por esos lares al finalizar la segunda década del Siglo XX.

En el primero de los artículos, se indicaba que el cónsul de los EUA en Mazatlán, William Edgar Chapman, hizo llegar un reporte ’Commercial fishes on the Mexican west coast’ (Peces comerciales en la costa occidental mexicana), elaborado por un estadounidense, A. Russell Crowell, quien tenía tiempo viviendo en esa ciudad y era un experto en la materia. El cónsul Chapman indicaba que, previo a la Revolución Mexicana, al sur de Mazatlán operaba una fábrica para el procesamiento y conservación de pescado, además de que se obtenían aceites y fertilizantes de otras variedades y subproductos. De acuerdo con el diplomático estadounidense, los peces abundaban en esas aguas. Era común ver a los hombres atraparlos con líneas sueltas en las olas al otro lado de la calle, a 60 metros del consulado, u observar sardinas saliendo del agua por cientos en sus esfuerzos por escapar de los peces más grandes que se aprovechaban de ellas. Asimismo, cada mañana, las aves marinas se reunían en ese lugar, y, en unos minutos, atrapaban tantos peces pequeños como deseaban. Pero vayamos a Crowell quien aseguraba que, en un radio de casi cien metros de Mazatlán, existían mas de 100 especies y subespecies de peces, además de mariscos y crustáceos. Sin embargo, solamente 40 de ellas tenían valor comercial importante y no más de 20 podían envasarse en una cantidad considerable. La especie mas abundante es la lisa en

sus dos variedades, rayada y blanca conocida como lobina. La primera podía alcanzar casi los 70 cm de largo, poco mas de 12 cm de ancho y un peso superior a los tres kilos. Para reproducirse, entraban las lagunas y esteros en julio y agosto o bien cuando las lluvias llenaban los ríos. Se alimentaban de un musgo fino, lama, y desovaban entre diciembre y enero. Eran capturadas mediante redes de cerco, trampas y atarrayas. Dado que era difícil capturarlos en los cercos, los pescadores colocaban canoas alrededor de estos para que al saltar cayeran sobre la embarcación. Por lo que respecta a la lobina, aun cuando era mas abundante que la primera, según Crowell, era de menor calidad que la rayada y rara vez crecía hasta más de 40 cm. de largo. Se reproducían en abril y mayo y nuevamente en septiembre. Era comercializada en seco y salado. Otra especie abundante era el sábalo cuyo comportamiento era muy errático. Algunos años abundaba y otros escaseaba. En algunas temporadas alcanzaba un tamaño de 60 cm, y en otras podía medir hasta metro y medio. Los lugareños lo comían seco, eran de sabor excelente, pero huesudos. Se reproducen en julio y podía ser un pescado valioso para la exportación, ya fuera ahumado o seco.

Por otra parte, uno de los peces más comunes, y de valor mayor en el mercado, lo era el robalo del cual existen cuatro variedades: peto, garabato, paleta y constantino. El peto llega a pesar hasta 22 kg, es de color más oscuro que las otras variedades. El garabato es similar, pero de color más claro y delgado. Ambos tienen carne blanca y firme, y cuando se secan son muy similares al bacalao; de hecho, cuando se curan adecuadamente, solo un experto puede distinguirlos del bacalao. Cuando están enlatados, no son muy atractivos, pero ya sean frescos o secos podrían acceder al mercado estadounidense. La paleta es un pez mucho más pequeño, no suele exceder los 60 cm de largo y tiene una carne mucho más suave. Si se curan con el método chino, los chinos los prefieren y en el mercado de San Francisco, California lo venden al mayoreo entre 8 y 14 centavos de dólar por libra. El constantino es un pez delicioso pez, que no suele medir más de 35 cm de largo. Abundan en los esteros al sur de Mazatlán. Se alimenta devorando todos los peces pequeños, camarones, sardinas, etc. No se mueven en cardúmenes como la macarela o el arenque, pero son lo suficientemente numerosos como para atraparlos, y no es raro obtener 100 o más con un cerco pequeño.

La corvina, junto con el robalo tenía un valor comercial alto, se encontraba en cinco especies: corvina amarilla; totoaba; el pez azul de California conocido localmente como chalangandina; corvina blanca o trucha de mar; y la corvina prieta o gris. Toda la familia era muy similar en apariencia y hábitos; solo un científico podía notar la diferencia en algunas especies. Entraban en los arroyos desde el mar en julio y agosto para desovar. Con excepción de la totoaba, se desplazaban en cardúmenes inmensos. Dos hombres en una canoa podían atrapar de 200 a 300 en una marea con líneas de mano y varios miles en unos cuantos cercos pequeños. De la totoaba se registró un caso en que pesó 78kg las otras variedades de corvina en promedio alcanzan los 90 cm de largo. Su precio al mayoreo en el mercado de San Francisco, California era similar al del robalo cuando se curaban con el método chino nativo.

Otras especies como la aleta amarilla, la verrugueta y la boca dulce tenían presencia numerosa. Podían tener un valor alto en cualquier mercado en presentaciones seco o congelado, pero eran demasiado pequeños para secarlos. Los pargos abundaban y por no ser tan migratorios era factible capturarlos en cualquier mes del año. El pargo colorado, conocido en los Estados Unidos como el pargo rojo, y en la costa este de México como guachinango,

es un pescado de carne blanca y firme que podía lo mismo consumirse en fresco o envasado. Se encontraba en el océano a lo largo de la costa, pero eran más numerosos en los esteros entre enero y junio. Comercialmente alcanzaba un valor alto. Asimismo, se tenía la presencia del pargo gris, pargo prieto, casi tan común como la variedad roja y alcanzaba hasta 23 kg. de peso. El pargo amarillo, el flamenco y el raicero a menudo no miden más de 30 cm.

Uno de los peces más populares en el mercado era la cabrilla. Su presencia se daba de Guaymas hasta Nayarit, siendo más abundante en el primer puerto que en Mazatlán. Crecían hasta 32 pulgadas. Otro pez con valor comercial alto era el mero cuya carne era blanca y firme, aunque ligeramente escamosa, pero excelente para comer. La captura se daba principalmente con anzuelo y línea, aun cuando a menudo cayera en las redes de cerco colocadas para atrapar robalo o corvina. Era común encontrarlos entre las rocas e ingresar a los esteros para desovar a principios del verano. Su peso llegaba hasta los 2 kg. Asimismo, había un pez denominado chopa o pargo dorado de agua salada que era digno de mención por su sabor y llegaba a medir 45 cm con peso de más de 2 kg. En el caso de los pámpanos existían mas de 10 especies, incluyendo algunas que pertenecían al Atlántico, pero que seguramente cruzaron por el Canal de Panamá. Estas variedades eran: el toro que alcanzaba los 15 kg.; el pez de cola amarilla o ámbar de alrededor de 20 kg; el pez luna o caballo del Pacífico y el jorobado que median 30 cm.; la palometa con casi 70 cm de longitud; el pámpano plateado de 15 cm; la paloma y el cocinero de poco más de 20 cm. Del pez mantequilla existían dos especies, el pez amapola y otra que probablemente era palometa media. Con la excepción del toro, que es de carne oscura y no muy selecta, todos los peces anteriores eran deliciosos, según el autor de la pieza, a la hora de cocinarlos.

Entre los peces más pequeños, el más popular era la mojarra. Había cinco especies distintas: mojarra blanca; mojarra china; mojarra prieta o mojarra gris, mojarra turca; y mojarra jorobada. Median en promedio entre 15 y 45 cm y su comercialización, en fresco o salado, podía alcanzar precios aceptables en el mercado estadounidense. El pajarito, un pescado que alcanza hasta los 30cm de largo, es propicio para degustarse en fresco aun cuando podría ser enlatado. Crowell indicaba que se habían atisbado banco de extensión considerable. Ingresaban a los esteros para desovar en junio. A la hora de capturarlos, un cerco no puede ser arrastrado a mano sin antes vaciar una parte. Otro pez muy valioso que se encuentra en estas aguas es el chiro o arenque de ojos grandes, también conocido como piojo. De esta variedad se han atrapado algunos que llegan a medir 60 cm de largo. Los pequeños hacen arenque fino y los grandes pueden secarse o ahumarse. Son muy numerosos, el seguimiento También es abundante la sierra que se encuentra en ambos lados de la península de Baja California y al sur de Mazatlán. Se capturaban algunos de hasta casi 90 cm.

Crowell indicaba que millones de sardinas aparecían en las aguas de Mazatlán. La principal eras la plateada. En siete años de pesca, el estadounidense afirmaba haber ha visto algunas de más de 12 cm, pero en general no sobrepasaban los 9. La sardina azul era la segunda en números. Ambas eran excelentes para el enlatado. Las anchoas también eran abundantes y alcanzaban precios buenos ya fuera saladas, saladas en seco o en escabeche en salmuera. Dos variedades predominaban, la sardina bocona de casi 25 cm de largo, y la pequeña anchoa occidental de casi 12 cm. Ambas especies ingresaban a los esteros y lagunas en cardúmenes considerables en diciembre, enero. y febrero, y nuevamente en abril, mayo y junio.

Los tiburones son muy abundantes, especialmente el cabeza de martillo. Siete especies son comunes. Eran capturados con de líneas manuales y con arpones para los hígados y las aletas. Del hígado se extraía el aceite. Las aletas eran secan para venderlas a los chinos y siempre alcanzaban precios altos. Los cuerpos podrían usarse como fertilizante. Hasta aquí lo referente a los peces, pasemos al articulo siguiente relacionado con los crustáceos.

Bajo el título de ’The shrimp industry,’ se mencionaba que había alrededor de 40 o 50 pesquerías de camarones a lo largo de la costa del Pacífico en Mazatlán. La mayoría de los camarones se recolectaban durante la temporada de lluvias, de julio a noviembre, en lagunas poco profundas a lo largo de la orilla del mar. Los crustáceos eran traídos por las corrientes de las aguas adyacentes del Océano Pacífico. A menudo se encontraban áreas grandes del mar literalmente llenas de ellos. Echemos un visto a la forma como el camarón era capturado.

Las lagunas utilizadas para atrapar los camarones eran atravesadas en la entrada por una presa con dos hileras de luz amontonadas a poco más de un metro de distancia rellenas con cepillo fino para evitar que pasaran los camarones. Dependiendo de la longitud de la presa, una o más trampas del tipo de las de langosta se ubicaban a intervalos convenientes para permitir que los camarones ingresaran a la laguna y al mismo tiempo para atraparlos cuando estaban listos para sacarlos del agua. Cuando ingresaban por vez primera a las lagunas desde el mar, generalmente eran pequeños, aunque en algunas estaciones son lo suficientemente grandes como para capturarlos. Las lagunas producían una hierba que crecía desde el fondo y tan pronto los camarones ingresaban, comenzaban a alimentarse de ella. La longitud promedio del camarón alcanzaba aproximadamente 11 cm. A diferencia de los peces, los camarones se mueven con las corrientes de agua en las que se encuentran. Por lo tanto, los pescadores observaban la subida de la marea para abrir las entradas a través de las presas y la caída de esta para cerrarlas. Cuando los camarones alcanzaban un crecimiento total en las lagunas, los pescadores colocaban sus trampas y nuevamente utilizaban la fuerza de la marea, esta vez la saliente, para hacer la captura. En cada trampa, si había suficientes pescadores, un hombre usaba una especie de canasta sujeta al extremo de un poste con el que sumergía los camarones de la trampa y los depositaba en una embarcación. En general, cada hombre llevaba varias cargas en la lancha al campamento en cada marea. Así, unos cuantos pescadores obtenían una pesca de varias toneladas por día. Muchos de los operadores pequeños en la industria del camarón pescan con redes que van de 30 a 120 metros de largo, ya sea en las lagunas o en aguas poco profundas a lo largo de la costa abierta. Cuando la temporada de camarones era buena, como solía ser el caso, no era raro que 10 hombres capturaran 20 toneladas de camarones en un período de ocho horas, utilizando redes manuales.

Existían tres formas de preparar el producto para comercializarlo: Camarones mexicanos que se secan en sal y son producidos por pescadores mexicanos quienes lo venden en el mercado doméstico empacados en en bolsas de estraza con la cabeza y la cáscara. Los camarones de China, que se cocinan con un poco de sal y luego se secan sin cabeza y cáscara. Era producido por los chinos quienes moraban en Sinaloa y estaban preparados para el consumo de los chinos en México, el mercado de los EUA e incluso de China. El camarón envasado que se preparaba para el mercado de los EUA se producía en algunas fábricas pequeñas de conservas ubicadas en puntos adyacentes a las pesquerías. Todas las fábricas de conservas eran operadas por estadounidenses. Desde tres o cuatro años antes, los

estadounidenses buscaban incrementar su capacidad de enlatado de cinco mil a una de 20 mil frascos diarios. Para ello, instalarían maquinaria que sustituyera el cierre de frascos a mano.

Sin embargo, la industria del camarón no estaba exenta de dificultades. El extranjero no podía tener éxito a menos que dominara el idioma español, un buen conocimiento de las condiciones locales que afectan el negocio y mucho capital para trabajar. Las capturas se perderían si se exponían a lluvias fuertes durante el proceso de secado en el caso de los camarones mexicanos o chinos, o antes de colocarlos en conserva a menos que se emplee algún método de cobertura a un costo alto. Otra dificultad era evaluar el número de trabajadores necesarios para el éxito de la temporada o de la captura en particular, ya que se podían perder varios miles de dólares en camarones durante la noche debido a la ayuda insuficiente. La industria del camarón parece estar en su infancia, y se lleva a cabo a pequeña escala, manejando solamente alrededor del 10 por ciento del suministro disponible.

Este ha sido un breve recorrido sobre como se desarrollaba hace mas de un siglo la actividad pesquera en un sitio que habría de convertirse en el mas importante de ese sector en el país. Cuando hubo que opinar y actuar sobre dicha actividad lo hicimos, hoy simplemente nos referimos a ella desde una perspectiva histórica. vimarisch53@hotmail.com

Añadido (1) Exactamente hoy, 67 años atrás, VIMARISCH. Hasta donde el Gran Arquitecto haya decidido ubicarlos vaya el recuerdo.

Añadido (2) Nos permitimos compartirles que el libro segundo de la autoría de este escribidor provinciano, vetado en su pueblo y estado por hereje, ’Las Conferencias de Bucareli. Un acto pragmático de la diplomacia mexicana,’ (INEHRM 2018), ha sido incorporado al catálogo de la ’Harvey S. Firestone Memorial Library’ que es la biblioteca principal de la Universidad de Princeton. Seguramente algo interesante hay en sus páginas.

Añadido (3) Antes de que el cisma partiera en dos el negocio, el CEO prefirió recular envolviéndose en un disfraz de ambientalista.

Añadido (4) El fulano de nombre Richard Bucci, párroco de la iglesia del Sagrado Corazón en West Warwick, Rhode Island, debería de ser cesado de inmediato por sus declaraciones estúpidas. Sin embargo, ya sabemos que en esa empresa unos tapan a los otros y viceversa. Eso así, al final, cuando las miasmas emergen, todos se dicen espantados.

Añadido (5) Muy recomendable para reflexionar, sobre los tiempos actuales, la lectura de dos textos: ’Ilusiones trágicas’ de Clara Scherer (Excelsior 07-02-2020) y ’Ya vinieron por nosotros’ de Sara Sefchovich (El Universal 09-02-2020).

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